Taladrando
Pues sí, ayer me compré uno de los electrodomésticos (no sé si el término electrodoméstico es el más apropiado para este producto) que me faltaban y que es indispensable para la vida cotidiana (¿seguro?): un taladro.
Hacía tiempo que deseaba tener uno y como ahora quizá tenga que desmontar alguno de mis muebles pues me vendrá muy bien con su efecto destornillador. Claro, que lo que choca es un taladro así de limpito y brillante, es naranja brillante, vamos, de Black And Decker.
Los señores Black y Decker deberían incluir en el maletín una bolsita de yeso en polvo, para hacer un barrillo y manchar convenientemente la superficie del taladro. Es más, en las instrucciones debería de advertir de que el aparato no funcionará hasta que no esté convenientemente manchado de pintura, yeso y otros restos inórgánicos u orgánicos, quién sabe.
Lo de taladrar la pared ya es otro cantar, no sé si a la casera le vendría muy bien y ahora mismo los de la pared no son los agujeros que más me preocupan. Pero vamos, que me siento más manolo que ayer pero menos que mañana. Es más, creo que ayer el tamaño de mis testículos aumentó cuando pasé por la caja del Leroy Merlin.
Besotes mil
P.D. El chiste con la foto es propio de Eva Hache
1 comentario
ace76 -