El otro día leí en el país que Jaqueline Van Maarsen, la que fuera una de las mejores amigas de Ana Frank en Amsterdam, estaba en Madrid. Ha venido a presentar un libro que escribió hace años en su país y que ahora se ha editado en España en castellano. Se llama: "Me llamo Ana, dijo, Ana Frank".
En las fotografías aparece como una adorable anciana que sigue reflejando en sus ojos la misma viveza que en el pasado.
Esta tarde me encontraba en casa haciendo el cambio de ropa de invierno por la de verano aunque éste, el verano, parece que este año se va a resistir a entrar. Quería terminar para ir a dar una vuelta con varias opciones, mirar ropa, mirar discos... o ir a la Feria del Libro.
Sin saber muy bien por qué esta última opción era la que más me llamaba. Todos los años me gusta pasear y curiosear entre las casetas de la feria. Me calcé mi ropa y me dirigí al Retiro.
Nada más llegar a las casetas la megafonía comenzó a informar de los escritores firmantes en la tarde de este sábado, cuando la voz dijo: "En la caseta 216 de la Editorial Marenostrum firma Jaqueline Van Marseen".
Y allí que fui, a toda velocidad, casi corriendo. No se me había pasado por la cabeza que la adorable anciana estuviera allí firmando libros. Y sí, allí estaba. Compré el libro y me lo dedicó.
Y le di la mano, sí, me apetecía, le di las gracias y le miré fijamente a los ojos. Ella me miró también, dulcemente, sin dejar de sonreir. Esos ojos que un día miraron a Ana Frank antes de que le hicieran desaparecer del mundo.
Sí, soy un hortera, pero me ha encantado el momento, me ha emocionado enormemente. Gracias a noséqué por llevarme al Retiro.
Besotes mil