Marcadores a cero
Ayer me encontraba en el Hospital San Millán de Logroño (un sitio viejo, cutre y que incumple cualquier tipo de norma sanitaria y de higiene, vamos, a no ser que los hospitales no tengan que ser sitios asépticos), más concretamente en la planta que los recién nacidos comparten con otro tipo de cuestiones ginecológicas.
Estaba en la sala de espera, lugar por el que pasa absolutamente todo el mundo: médicos, enfermeras sonrientes (¿sonrientes?, me gusta echarle imaginación a los artículos) pacientes en sus camas empujados habitualmente por camilleros que ostian las camas de lado a lado del pasillo...
Y, por supuesto, pasan las nuevas madres con sus pequeños. Una de ellas lo llevaba en una especie de moderna cesta de plástico con una gran asa (no sé como se llaman, ¿capazos? no lo sé) y ahí estaba el bebé, pequeñito, pequeñito, muy pequeñito, con sus pequeños piececitos envueltos en unos suaves patuquitos blancos.
Y lo pensé, me vino a la mente un pensamiento recurrente que hace que parezca que en vez de 29 años tengo 80, ese niño (o niña, pero me decanto por niño ya que lo de azul y rosa sigue imperando castrándonos ya de pequeños a los varones a un magnífico color) tiene sus marcadores vitales a cero.
Al margen de cuestiones como miopías o cánceres varios (donde la "maravilla" de la herencia genética podría hacer de las suyas) ese niño es, por decirlo de alguna manera, virgen en la vida. Aún no es simpático o antipático, listo o tonto, ingenierio, fontanero, modelo, bibliotecario, dependiente de una zapatería... ¿Será gordo o flaco?¿hará deporte desde pequeño y desarrollará un cuerpo apolíneo o se abandonará a la comida basura y los dulces o será físicamente "normal"?
El móvil de su madre sonó en la bolsa y dejó el capazo en el suelo (sinceramente daba la sensación de que se llevaba a su nuevo juguete, yo si diera a luz tendría a mi hijo en brazos todo el santo día y me compraría un fabuloso saco de esos para llevarlo colgado encima, bien cerquita del corazón). Claro, este niño ya ha venido al mundo con los móviles como algo corriente y moliente, con internet, dvd,... y, por supuesto, con el euro, para este pequeñín el euro no será más quebradero de cabeza que el que pudo suponer para nosotros aprender a desenvolvernos con la peseta en su día.
Lo dicho, que para este niño todo es nuevo y a partir de ahora a descubrirlo todo, a aprender, a vivir y aprovechar todo lo que la vida le ofrezca (¿a quién le dices esto, carruselero?)
Besotes mil
Estaba en la sala de espera, lugar por el que pasa absolutamente todo el mundo: médicos, enfermeras sonrientes (¿sonrientes?, me gusta echarle imaginación a los artículos) pacientes en sus camas empujados habitualmente por camilleros que ostian las camas de lado a lado del pasillo...
Y, por supuesto, pasan las nuevas madres con sus pequeños. Una de ellas lo llevaba en una especie de moderna cesta de plástico con una gran asa (no sé como se llaman, ¿capazos? no lo sé) y ahí estaba el bebé, pequeñito, pequeñito, muy pequeñito, con sus pequeños piececitos envueltos en unos suaves patuquitos blancos.
Y lo pensé, me vino a la mente un pensamiento recurrente que hace que parezca que en vez de 29 años tengo 80, ese niño (o niña, pero me decanto por niño ya que lo de azul y rosa sigue imperando castrándonos ya de pequeños a los varones a un magnífico color) tiene sus marcadores vitales a cero.
Al margen de cuestiones como miopías o cánceres varios (donde la "maravilla" de la herencia genética podría hacer de las suyas) ese niño es, por decirlo de alguna manera, virgen en la vida. Aún no es simpático o antipático, listo o tonto, ingenierio, fontanero, modelo, bibliotecario, dependiente de una zapatería... ¿Será gordo o flaco?¿hará deporte desde pequeño y desarrollará un cuerpo apolíneo o se abandonará a la comida basura y los dulces o será físicamente "normal"?
El móvil de su madre sonó en la bolsa y dejó el capazo en el suelo (sinceramente daba la sensación de que se llevaba a su nuevo juguete, yo si diera a luz tendría a mi hijo en brazos todo el santo día y me compraría un fabuloso saco de esos para llevarlo colgado encima, bien cerquita del corazón). Claro, este niño ya ha venido al mundo con los móviles como algo corriente y moliente, con internet, dvd,... y, por supuesto, con el euro, para este pequeñín el euro no será más quebradero de cabeza que el que pudo suponer para nosotros aprender a desenvolvernos con la peseta en su día.
Lo dicho, que para este niño todo es nuevo y a partir de ahora a descubrirlo todo, a aprender, a vivir y aprovechar todo lo que la vida le ofrezca (¿a quién le dices esto, carruselero?)
Besotes mil
5 comentarios
Joserra -
ace76 -
Jajaja, sí, yo, a veces, pienso en que todos hemos sido bebés en algún momento, y que en ese momento todos esperaban lo mejor para nosotros, aunque luego nos hayamos podido convertir en ladrones, asesinos, Papas, presidentes, gente normal...
Joserra -
Maggie Wang Kenobi -
MCE79 -