H & M y S y XS...
Esta mañana aprovechando un hueco libre que me ha quedado después de acompañar a mi amiga Sonia a la ceremoniosa firma de su nuevo piso me he paseado entre las ropas de H&M de Gran Vía. Ya se sabe que este negocio es, junto a Chueca e Ikea, uno de los núcleos de la capital donde se concentra la población gay desarmarizada (no es un tópico, es una realidad). Y ahí estaba yo, viendo camisetas, pantalones y demás familia.
He visto una camiseta que me molaba, a rayas finas verdes y negras, así, para dar cierto aspecto de malote, jeje. Pero, lástima, no quedaba la talla M que es, para ese tipo de prendas, la que tengo controlada en H&M, porque es lo que la L es para el resto de comercios textiles que me gustan. Pero nada, sólo quedaban tallas L y XL, que sirven para celebrar una reunión de mormones dentro de una camiseta.
Por supuesto se habían acabado las tallas M, S y... síiiii, la XS, una talla increíblemente pequeña que sí las grandes valen para celebrar una orgia dentro, la XS se podría usar de preservativo, vamos, que son propias para los adoradores de los cuerpos lánguidos y delgados hasta el palillo. Y claro, si me la pongo yo podría pasar que, o suena el típico rasgado (ya me pasó probándome una M) o parecería un palillo con una aceituna en medio.
El caso, que no había talla para mi y me he tenido que chinchar. Después he visto unos pantalones acampanadillos que me han dado al ojo y he buscado mi talla. Yo suelo usar una 44 (que tomen nota mis fans, iré desgranando más detalles de mi físico, jeje) y claro, en H&M las tallas son de esas que van de la veintitantas (ven tidossss, ven tidosssss, qué tontería de anuncio que me ha venido ahora a la cabeza) a la treinaitantas y de nuevo me he visto sin tallas. Me han dicho que la equivalente a la mía era la 34 y, por supuesto, pues como que no había.
Lo más aproximado que he encontrado ha sido una 33, la he pillado y ala, que me he dirigido para los probadores. Me he puesto los pantalones y ala, me quedaban justos, lo que se dice justos, es decir, que su circunferencia coincidía exactamente con la mía, lo que pasa es que la talla de longitud no era la mía y andaba pisando todo el prepucio acampanado de la prenda. Y tan justa pues como que no, vamos, que me da por comerme una lenteja con los pantalones puestos y reviento el denim.
He salido y le he dicho al dependiente: nada, el universo H&M se aleja de mí. No sé, me ha dado por ahí y el me ha sonreído. Espero que luego no tuviera algún tipo de comentario mariquita mala contra mí. No sé, tenía pinta de eso, de pensar qué gorda o cosas así. La cosa, que he dejado los pantalones y me he marchado pensando: más gimnasio, joserra,... más gimnasio o más talla, una de dos.
Qué tonterías.
Besotes mil
He visto una camiseta que me molaba, a rayas finas verdes y negras, así, para dar cierto aspecto de malote, jeje. Pero, lástima, no quedaba la talla M que es, para ese tipo de prendas, la que tengo controlada en H&M, porque es lo que la L es para el resto de comercios textiles que me gustan. Pero nada, sólo quedaban tallas L y XL, que sirven para celebrar una reunión de mormones dentro de una camiseta.
Por supuesto se habían acabado las tallas M, S y... síiiii, la XS, una talla increíblemente pequeña que sí las grandes valen para celebrar una orgia dentro, la XS se podría usar de preservativo, vamos, que son propias para los adoradores de los cuerpos lánguidos y delgados hasta el palillo. Y claro, si me la pongo yo podría pasar que, o suena el típico rasgado (ya me pasó probándome una M) o parecería un palillo con una aceituna en medio.
El caso, que no había talla para mi y me he tenido que chinchar. Después he visto unos pantalones acampanadillos que me han dado al ojo y he buscado mi talla. Yo suelo usar una 44 (que tomen nota mis fans, iré desgranando más detalles de mi físico, jeje) y claro, en H&M las tallas son de esas que van de la veintitantas (ven tidossss, ven tidosssss, qué tontería de anuncio que me ha venido ahora a la cabeza) a la treinaitantas y de nuevo me he visto sin tallas. Me han dicho que la equivalente a la mía era la 34 y, por supuesto, pues como que no había.
Lo más aproximado que he encontrado ha sido una 33, la he pillado y ala, que me he dirigido para los probadores. Me he puesto los pantalones y ala, me quedaban justos, lo que se dice justos, es decir, que su circunferencia coincidía exactamente con la mía, lo que pasa es que la talla de longitud no era la mía y andaba pisando todo el prepucio acampanado de la prenda. Y tan justa pues como que no, vamos, que me da por comerme una lenteja con los pantalones puestos y reviento el denim.
He salido y le he dicho al dependiente: nada, el universo H&M se aleja de mí. No sé, me ha dado por ahí y el me ha sonreído. Espero que luego no tuviera algún tipo de comentario mariquita mala contra mí. No sé, tenía pinta de eso, de pensar qué gorda o cosas así. La cosa, que he dejado los pantalones y me he marchado pensando: más gimnasio, joserra,... más gimnasio o más talla, una de dos.
Qué tonterías.
Besotes mil
7 comentarios
Joserra -
Maggie Wang Kenobi -
mce79 -
Anauel -
El caso es que lo que antes era una talla 42 ahora es una 44, y claro, vas a la tienda, pides una 42 y te encuentras con que no te cabe, te deprimes y crees que te has puesto como una vaca burra, pero no, es que son unos cabrones. Y luego dicen que no fomentan la anorexia y cosas así... no te jode!!
Llargo -
Llargo -
ace76 -