Miedaco
Ay, no sé. La verdad es que hoy no pensaba escribir ningún artículo, en plan descanso del blog y tras la sobredosis de cariño, siempre bienvenido, de mi artículo Kinder. Pero es que me he acordado leyendo lo de Antoine y la Constitución Europea de una cosa que me sucedió el otro día (bueno, sucedió, estoy en un momento de mi vida en el que a rascarme la nariz le llamo suceso, jeje).
Iba pa mi casa después de una aburrida jornada de trabajo de tres a once, por supuesto, como siempre, mi horario fijo gracias a mis compañeras funcionarias y con cargas familiares. Llevaba mi mochila roja con bolsillo grandote en el que transportaba el último número de la revista Zero, sí, esa mezcla de revista extraña que combina, en un 75% contenidos propios de una Cosmopolitan gay y en un 25 por ciento artículos más o menos interesantes y cartas al director.
Pues ahí que llevaba la revista cuando al salir a la calle veo en la acera de enfrente (no es un juego de palabras, es así), a un grupo de unos veinte o treinta chavales y chavalas provistos de cartelones y escobas con engrudete. Entre ellos había varios con la cabeza rapada rapada, botonas, pantalones ajustados cual mallas de ballet y cazadoras Bomber (se dice así?) de esas verdes con la letra A en la espalda de la marca esa creo que se llama Alfa o algo así.
Y se dedicaban a pegar en las entidades bancarias de la zona unos cartelones de La Falange en contra de la Constitución Europea que se pretende aprobar ahora y a favor de una Constitución Europea en defensa de las patrias. La cosa, y a lo que voy, que me enrollo como las persianas, que ni corto ni perezoso cogí y le dí la vuelta a mi mochila para que no se viera la revista.
Y e aquí el debate: debería haber sido valiente y no haberle dado la vuelta? Yo soy de los que siempre predigo la visibilidad (no hablo de ostentación, hablo de no ocultación), de ir de la mano con mi pareja por la calle si me apetece o cosas así... pero en este caso, y con semejantes personajes delante yo creo que hice lo correcto, o, mejor dicho, muy mejor dicho, lo prudente. Pese a renunciar levemente a mis principios de visibilidad no me la quería jugar con alguno de esos cerebros rapados, que, sinceramente, daban un miedacooo del quince. Y ahí estaban los gilipollas, pegando cartelitos en plan: ay, que lucha tenemos por nuestra patria, que guays somos con estos ideales tan salvajes y que nos están haciendo luchar tanto para luego contárselo a nuestros nietos, ay, como mola todo esto... vamos, que son como borrocas, pero así, con c de Ecpaña.
Arriba besotes!!! (y luego me quejo de que me digan pasteloso)
Iba pa mi casa después de una aburrida jornada de trabajo de tres a once, por supuesto, como siempre, mi horario fijo gracias a mis compañeras funcionarias y con cargas familiares. Llevaba mi mochila roja con bolsillo grandote en el que transportaba el último número de la revista Zero, sí, esa mezcla de revista extraña que combina, en un 75% contenidos propios de una Cosmopolitan gay y en un 25 por ciento artículos más o menos interesantes y cartas al director.
Pues ahí que llevaba la revista cuando al salir a la calle veo en la acera de enfrente (no es un juego de palabras, es así), a un grupo de unos veinte o treinta chavales y chavalas provistos de cartelones y escobas con engrudete. Entre ellos había varios con la cabeza rapada rapada, botonas, pantalones ajustados cual mallas de ballet y cazadoras Bomber (se dice así?) de esas verdes con la letra A en la espalda de la marca esa creo que se llama Alfa o algo así.
Y se dedicaban a pegar en las entidades bancarias de la zona unos cartelones de La Falange en contra de la Constitución Europea que se pretende aprobar ahora y a favor de una Constitución Europea en defensa de las patrias. La cosa, y a lo que voy, que me enrollo como las persianas, que ni corto ni perezoso cogí y le dí la vuelta a mi mochila para que no se viera la revista.
Y e aquí el debate: debería haber sido valiente y no haberle dado la vuelta? Yo soy de los que siempre predigo la visibilidad (no hablo de ostentación, hablo de no ocultación), de ir de la mano con mi pareja por la calle si me apetece o cosas así... pero en este caso, y con semejantes personajes delante yo creo que hice lo correcto, o, mejor dicho, muy mejor dicho, lo prudente. Pese a renunciar levemente a mis principios de visibilidad no me la quería jugar con alguno de esos cerebros rapados, que, sinceramente, daban un miedacooo del quince. Y ahí estaban los gilipollas, pegando cartelitos en plan: ay, que lucha tenemos por nuestra patria, que guays somos con estos ideales tan salvajes y que nos están haciendo luchar tanto para luego contárselo a nuestros nietos, ay, como mola todo esto... vamos, que son como borrocas, pero así, con c de Ecpaña.
Arriba besotes!!! (y luego me quejo de que me digan pasteloso)
12 comentarios
Amaya -
esti -
esti -
Maggie Wang Kenobi -
ace76 -
mce79 -
Y que nadie confunda la prudencia con la cobardía!
Cobarde es el que huye mientras le dan una paliza a un amigo.
Prudente es el que consigue evitar una pelea innecesaria.
Manué -
Pero, como decía mi abuelo, "más vale que digan aquí huyó un cobarde, que no aquí murió un valiente"
Inakov -
Me ha gustado tu reflexión sobre que los "neonazis" son "borrokas" madrileños. Yo siempre lo he dicho, sólo depende del lugar en que nazca para que un descerebrado sea marine americano, talibán afgano, miembro del Klu Klux Klan o activista de ETA. Al fin y al cabo, son ideologías prácticamente calcadas.
ace76 -
Anauel -
OSITOS -
Pek -