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El pesado de Nueva York: la aduana de EEUU

El pesado de Nueva York: la aduana de EEUU

La aduana es un sitio en el que hay unos señores a los que otros señores les han dado el poder de decidir si puedes o no entrar en un país, porque se han puesto de acuerdo en ello y entonces es lo que se hace.

Pero para entrar en EEUU la cosa empieza antes. Hay que rellenar un par de impresos, uno creo que azulado y el otro verde, aunque cambian según de donde vengas, yo creo que hay algunos países en los que directamente pone en el papel: "Usted no, usted no entra ni loco". No sé en qué momento de la historia se pondrían de acuerdo para que esos impresos, en vez de rellenarlos en el aeropuerto, se rellenaran en los aviones que van a esos países.

Sí, en los aviones de KLM, además de coca colas y menús de chiken o pasta también hay impresos de la aduana norteamericana para entrar en ese país.

¿Y es cierto que te preguntan si quieres atentar contra el presidente de los EEUU? pues a mí, en mi impreso, no me lo preguntaron. Entre otras preguntas más o menos razonables como que si había estado en contacto con bacterias peligrosas o si transportaba alimentos en mi equipaje, hay diez preguntas del tipo: ¿Tiene usted alguna enfermedad mental? y la más alucinante. Una en la que te consultan si has tenido relación en tu vida con el movimiento nazi que en 1946 llevó a cabo el genocidio judío.

En el fondo las diez preguntas malditas se contestan con un sí o un no, si contestas sí es que eres algo chungo o malote, y si no pues no pasa nada. Además, por si no hubiera quedado bastante claro, al final de las diez preguntas en cuestión una frase te indica que si has contestado "Sí" a alguna de ellas podrías tener problemas en la aduana o incluso te podría ser denegada la entrada. Vamos, que el impreso está chupao con un nivel mínimo de inglés.

Cuando el avión aterriza y después de atravesar el finger de pollo, unos pasillos te conducen a una gran sala similar a la línea de cajas de un supermercado, pero en vez de cajas hay unas casetillas con algo parecido a policías de película. La parte derecha de las cabinas es para estadounidense y el resto para "visitors". Mi amiga y yo nos colocamos diligentemente en la cola de "visitors". Yo estaba deseando que me atendiera un hispano que divisé en una de las cabinas pero un bollicao bombón que había por allí nos colocó en la fila de un oriental.

Me atendió un chino que, para que os hagáis una idea rápida de como era, era el hombrecillo que para el tiempo en "Heroes", que en sus ratos libres se saca unos dolars en la aduana.

Las gestiones: tú llegas, le enseñas el pasaporte y le das los cartones. El agente me hizo quitarme las gafas para comprobar que era yo el que se escondía detrás de las lentes de DKNY (sí, mis gafas se sentían como en casa) y después me hizo poner por turnos los dedos índices de mis respectivas manos en un cristalito que deduje que leía las huellas. El tío me decía: "more, more, more", y yo apretando el cristalito como un cosaco con temor a convertirme en un fakir involuntario.

Después te hace mirar a una cámara Logitech de las de toda la vida y te hacen un retrato. Me preguntó que cuántos días iba a estar ahí y que en qué trabajaba, a lo que yo le respondí: YOURNALIS, en perfecto inglés. Me preguntó si llevaba una cámara y yo le dije: yes... yes.... mmm..... ..m.... yes....   ¡domestic cámera, ¿eh?, domestic!

Entonces fue cuando yo me quedé callado, el tío se quedó callado.... segundos como melones... y le digo: "¿Ya?" y me dice: ¡Yah!

A continuación pude comprobar que el agente diligente había cortado el faldón del impreso verde y me lo había metido en el pasaporte con una firma, un sello y una fecha: 8 de abirl del presente. Es decir, que podría estar por EEUU hasta abril sin rendir cuentas a la justicia Bush.

Después llegó el momento maletas. Las nuestras bajaron por una rampa, se ostiaron contra la cinta y fueron recogidas por nosotros. Las recogimos y pasamos al lado de unos agentes con perro. El can no levantaba un palmo del suelo, era pequeñito, e hizo un amago de levantarse al paso de mi maleta. No sé, yo creo que el desodorante que llevaba podría despitar a cualquier perro policía.

El último paso fue otra cabina en la que simplemente te recogían uno de los impresos. Atravesamos un pasillo y ale, ya estábamos en el hall y empezamos a ver taxis amarillos en la puerta. Ni que decir tiene que mi emoción fue in crescendo.

Ay, Nueva York.

Besotes mil

2 comentarios

mce79 -

No sería la primera vez que nos hacen abrir maletas en la aduana...

¿8 de abril del presente? ¡Será más bien del futuro! Y menos mal que no era del pasado...

ace76 -

jajaja, lo de "domestic camera" es muy bueno.

Yo no puedo evitar ponerme nervioso cuando paso por la aduana estadounidense, siempre me da miedo que el pasaporte ya no sea valido, o haber rellenado mal la hojita, o cualquier otra catastrofe...