Con ustedes... ¡¡¡los notarios!!!
Estos días ando mini liado con las gestiones para hacer un aval que mi nuevo casero me pide para garantizarse que le paque, y si no le pago yo pues le paga mi caja y luego la susodicha me lo cobra a mí con unos intereses tipo Cofidis, Crediagil o usureros por el estilo.
Uno de los pasos para la realización del aval es el paso por el notario. ¿Qué es un notario? un señor que, porque nos hemos puesto todos de acuerdo para ello, tiene poder para firmar algo y que su firma valga, que haga que lo que firme sea cierto, de verdad de la buena.
Los notarios siempre cumplen una norma fija, no pueden ser jóvenes, son canosos y habitualmente suelen llevar gafas de pasta, pero no fashion de las de hoy en día sino de las de pasta amarillenta de las de antes, y generalmente con cuerdas de esas que te venden en Callao a un euro.
El caso es que tenía que firmar el aval yo y el notario. Claro, que el aval ya tenía la firma del banco escrita cuando llegué al notario así que puedes llevar un papel en el que ponga lo que quieras, te inventas la firma del banco y el notario lo firma todo, sin rechistar, cobrando pero sin rechistar.
Tu llegas a la notaría y te encuentras a una chica en recepción que tiene pinta de ser sobrina del notario jefe, porque claro, esto es como un espectáculo de revista, todo gira en torno a la estrella, que es el notario y que suele dar nombre al despacho, a la notaría.
La secretaria te lleva por el pasillo hasta el despacho del notario en cuestión, te invita a sentarte y te dice las palabras mágicas: "enseguida vendrá el señor notario", y desparece rauda y veloz, en plan separación de sexos Opus Dei, como para no cruzarse en la sala con el "diablo", no vaya a ser que éste se intoxique con una persona jerárquicamente inferior.
Y me quedé ahí, en el despacho, expectante, hasta que de repente entraron unas vedetes en dos filas que se fueron abriendo en torno a la mesa, y de la nada surgió la melodía de "Make 'em laugh" (la canción esa de Cantando bajo la lluvia, la de la coreografía con el sofá), y las chicas entonaron:
Aquí estaaaaaa...
viene yaaaaaaaaa....
el notario está a punto de entraaaaarrrrrrrr....
Y entonces, el señor canoso, gafoso y mayor entró:
Aquí estoooooyyy....
Aquí estoooooyyy....
Aquí vengo dispuesto a firmaarrrrrrrr...
No, en realidad el señor entró solo, como titubeante, no me dio la mano, se sentó, cogió mi DNI y me habló tratándome de usted. Aunque un niño de tres años vaya a que el notario le firme el "doy fe" de que su papilla sabe mala, el susodicho le tratará de usted, como que eso justifica un poco más el timo que supone lo que cobran por sus firmas.
Se sentó, leyó entre dientes los principales puntos del aval, me preguntó si estaba de acuerdo y me dijo: pues firmemos. Y lo selló con un tampón de caucho que había estado todo el tiempo de mi espera allí puesto y que me hubiera permitido sellar lo que hubiera querido, pero nada, que yo soy bueno.
Firmamos, me dio la mano y desapareció por el mismo sitio por el que había venido mientras yo recorría en soledad los antiguos pasillos, con fotos de gente antigua, de esa que da miedo, en las paredes.
Ala, y por eso unos 50 o 60 euros, por lo menos le echan ceremonia al asunto, como para amortizar más.
Oye, ¿Te vienes al cine?, no, prefiero ir al notario, tiene más glamour.
Besotes mil
3 comentarios
Anónimo -
Asi hasta parece más divertido lo de ir al notario. La verdad es que se deben poner de acuerdo porque yo hace poco tb anduve de notarios.... y es todo calcaito.
Besotes mil
Maggie Wang -
ace76 -