Supermodelo 2006, osea tía
Pues sí, tenía ganas de comentarlo, porque he de confesar que el programa Supermodelo, o Supermodel o como chorra se llame despierta en mí unos sentimientos enfrentados de amor odio.
No sé, es como los anuncios de Credi ágil con la pareja esa insoportable que se pasa todo el rato chasqueando los dedos mientras te intenta convencer de las bondades de esos créditos propios de usureros en los que tienes que devolver un pastizal por un préstamo. Salen los anuncios y en vez de cambiar de canal, me quedo enganchado hasta que acaban.
Pues con Super modelo me pasa algo parecido. Como muy bien dice Ace, lo presenta una androide, una androide guapísima, eso sí, que de dos horas o más de programa la Mascó está tensa en un 75 por ciento del programa. Al final, como que se suelta y ya está más relajadita, lo que da mucho mejor a pantalla.
Pero es que el programa en sí, no sé, es como, no sé como decirlo finamente,... no sé, como una relación extraña entre profesores y alumnas. Ellas son guapas, sí, bueno... algunas monas, y están ahí porque quieren ser modelos, una de las muchas profesiones que se resumen en ganar mucho dinero por pasear con ropas imposibles, eso, claro está, si llegan a ser famosas, porque si no puede ser, supongo, una profesión tan frustrante como otras muchas.
Ellas viven en una casa tipo gran hermano y después hacen pruebas de fotografía, de pasarela, de vestuario, físicas... las meten en unos camerinos que tienen más publicidad que la cocina de Médico de Familia y ala, a transformarlas. Sinceramente, muchas de ellas están muchísimo más guapas antes del maquillaje que después. Como una vez que apareció Sara Montiel con la cara lavada y parecía una mujer agradable, mayor, pero no sé, guapa natural, no empastada.
Y después, en la gala semanal, pues desfilan con ropas de diseñadores famosos, recuerdan los momentos de la semana, se ponen los vídeos con sus enfrentamientos y se pude comprobar la maldad que destilan algunas de las concursantes. Anoche me llamó especialmente la atención la susceptibilidad de una de las chicas, una rubita canaria que no sonríe ni pa tras y cuya cara me suena de haberla visto en una película de fantasía de hace muchos años que se enfadaba porque otra chica había sonreído ante su enfado con uno de los profesores.
El caso es que dijo que (con 19 años) la vida le había hecho ser dura. No sé, quizá sí, quizá haya pasado mucho, no sé, pero vamos, que Natascha Kampusch sonrió más en la televisión austriaca tras ocho años de secuestro que la Supermodel rubita en el programa de televisión.
Pero de verdad, con lo que me quedo, lo que me parece más deleznable, desagradable pero atrayente a la vez es el momento de las nominaciones. En plan madames y madamos, los miembros del jurado, la Dellatte, la anoréxica Dominguín y un señor que parece un clon de Dario Grandinetti pero en fotógrafo, se levantan y pasan al lado de las chicas. De repente se detienen, avanzan un poco o retroceden y ponen su mano en el hombro de la chica que deciden salvar, y después de mensajitos como: bella, sigue así, maravillosa, esfuérzate más,... les dicen: "Estás salvada". Al final quedan tres chicas y la Mascó, en plan super Madame Nina salva a una de ellas.
Y lo peor de todo en este programa es que, serán reglas, las chicas en gran parte del programa no pueden expresar sentimientos con su cara. Vamos, que ya les pueden decir que les ha tocado la EuroMillones en semana de súper bote que las chicas no pueden modificar el rictus. Tienen que estar con cara de palo, porque ya se sabe, las modelos llevan cara de palo para ser profesionales, no pueden poner caras agradables, sonrisas encantadoras... bueno, en fotografía yo creo que más pero lo que es en pasarela como que las sonrisas no se estilan demasiado. Pues eso, todo el programa con caras de sota, los pelos a lo Begoña Chamorro en sus tiempos moño y mucha sombra de ojos, mucha, muchísima... vamos, que aquello es un eclipse de ojos.
Vale, lo confieso, me estoy enganchando al puto programita.
Besotes mil
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mce79 -
ace76 -