Centrifugando
"Caminaba por el valle de las lavadoras, un lugar discreto, amable,... yo diría que a veces hasta bonito, pero como si de un campo de minas se tratara, este valle está sembrado de lavadoras, y en cuanto te descuidas pisas un interruptor y la lavadora se pone en marcha. A veces tiene lavado, otras lavado y prelavado y algunas de ellas, prelavado, lavado y centrifugado.
Y el centrifugado de estas lavadoras que pueblan el valle no es un centrifugado normal, se da el caso incluso de que alguno de ellos ha sido registrado en la escala sísmica de Ritcher, pero nadie lo ha podido demostrar todavía.
Ayer aproveché para lavar mi ropa en una de las lavadoras, pisé el interruptor y antes de que la portezuela se cerrará aproveché para meter mis ropas preferidas, sin saber que aquel era el Día de la Lejía, un día que el gobierno de los valles quiere eliminar pero los insurgentes se resisten a ello. La ropa era blanca pero, claro, estaba manchada, el blanco es un bello color pero estoy empezando a pensar que no es práctico, se mancha con mucha facilidad.
Litros y litros de lejía entraban por el cajoncito ante la mirada aterrorizada de camisas pantalones y ropa interior, la más delicada. Girar, girar, girar... el diabólico instrumento empezó a girar otorgando protagonismo a la fuerza centrífuga que aplastaba mis ropajes contra las metálicas paredes de la lavadora.
En un rato todo terminó. La ropa salió del interior blanca, o casi blanca. Pero... claro, la ropa ya era blanca cuando entró, sólo que las manchas habían desaparecido... hasta nueva orden. ¿Quién ordena?.
Eso sí, tengo que tener más cuidado con el calendario y evitar los días de la lejía, o si no, cualquier día mis prendas favoritas se romperán en el momento menos oportuno."
P.A.
Y el centrifugado de estas lavadoras que pueblan el valle no es un centrifugado normal, se da el caso incluso de que alguno de ellos ha sido registrado en la escala sísmica de Ritcher, pero nadie lo ha podido demostrar todavía.
Ayer aproveché para lavar mi ropa en una de las lavadoras, pisé el interruptor y antes de que la portezuela se cerrará aproveché para meter mis ropas preferidas, sin saber que aquel era el Día de la Lejía, un día que el gobierno de los valles quiere eliminar pero los insurgentes se resisten a ello. La ropa era blanca pero, claro, estaba manchada, el blanco es un bello color pero estoy empezando a pensar que no es práctico, se mancha con mucha facilidad.
Litros y litros de lejía entraban por el cajoncito ante la mirada aterrorizada de camisas pantalones y ropa interior, la más delicada. Girar, girar, girar... el diabólico instrumento empezó a girar otorgando protagonismo a la fuerza centrífuga que aplastaba mis ropajes contra las metálicas paredes de la lavadora.
En un rato todo terminó. La ropa salió del interior blanca, o casi blanca. Pero... claro, la ropa ya era blanca cuando entró, sólo que las manchas habían desaparecido... hasta nueva orden. ¿Quién ordena?.
Eso sí, tengo que tener más cuidado con el calendario y evitar los días de la lejía, o si no, cualquier día mis prendas favoritas se romperán en el momento menos oportuno."
P.A.
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yj78 -
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Maggie Wang Kenobi -