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Me han coronado

Me han coronado Sí, ayer me coronaron, y no, no es que me hayan hecho rey, o reina, de nada. Ayer estuve en el dentista para terminar (espero que sí, que terminar) un largo proceso al que me obligó una dolorosa muela. La verdad es que me gusta el riesgo para ahorrar en ciertas cosas y gastar en otras. Vamos, que fue una muela que se me rompió, me dijeron que podrían reconstruirla pero con la posibilidad de que fallara, opté por ello (lo más barato) y falló.

Ahora me han endodonciado la muela y me han puesto una corona, con la pequeña posibilidad, avisada por la dentista, de que el asunto falle nuevamente y tengan que ponerme un carísimo e infalible implante.

Y aquí estoy yo, con mi corona, la verdad que es preciosa, con un color (no especificaré cual) idéntico al del resto de mis dientes. Eso sí, hasta que me acostumbre a su presencia me da la sensación de que tengo una figurita de cristal de Murano en la boca.

Besotes más sonrientes del rey Joserra!!!
Viva el rey Joserra y su brillante corona!!!

3 comentarios

weblara -

Ir al dentista es una sensación realmente asquerosa. Hace dos años que tengo hora para hacerme una limpieza y ahi ando, esquivando todo lo que puedo esa página de la agenda donde apare subrayada la palabra "dentista", afortunadamente gozo de una buena dentadura más sana que una manzan.
Suerte, espero que tardes veinte años en visitar de nuevo al dentista.
Por cierto, tienes un blog muy divertido.
Salu2

inma -

Pues a mí no me da miedo, pero supongo que es porque las veces que he ido, todo ha salido bien... tan sólo me he tenido que hacer 2 empastes y fue poca cosa. Además sin anestesia... el dentista decía que era impresionante... casi nadie la aguanta (mi madre sí)... En fin, ánimo... y espero que el color de tus dientes sea...
;)

Anauel -

Una de las cosas que más miedo me dan es EL DENTISTA!!!
Cuando voy y me siento en la sala de espera mis nervios se ponen de punta, mis músculos se tensan, el estómago se encoge, comienzo a soltar un sudor frío...
Y esto no es nada, cuando me siento en el sillón de torturas, todos esos síntomas se agravan. Me agarro a los brazos del sillón fuertemente, tanto que incluso me hago daño en las manos.
Y no os voy a contar nada cuando veo que el dentista se acerca a mi con una jeringuilla en la mano con ánimo de pincharme con ella en las encías!!!

El dentista es superior a mis fuerzas, aunque sé que es necesario, intento retrasar ese día todo lo posible.
Puff, que malo me pongoooo!!