Ay, gavilán
Ya puede uno llegar al curro sin ganas, taciturno, doliéndole sin saber porque todo el cuerpo (quizá sea por abandonar el gimnasio tras un año de cuasi regularidad), que de repente todo cambia, por lo menos por unos momentos, cuando descubre que en la mesa de al lado del comedor se encuentra también comiendo un pedazo gavilán.
Ay, señor Brown
3 comentarios
SHEILA -
Joserra -
ace76 -