Auto Vudú
Esta mañana he ido por fin a la consulta del fisioterapeuta, o mejor dicho de la fisioterapeuta. Una consulta en Alcalá, discreta, pequeñita pero matona, jeje. La señora maja, elegante algo mística pero le faltaba algo de misticismo para terminar de ser ideal. Antes de nada, mis dolores musculares siguen pero supongo que en una sesión no va a ser la cosa milagrosa.
Pues ala, ahí, tumbado en la camilla ha empezado la cosa. Masajitos por aquí, masajitos por allá, ¿te duele aquí? ¿te duele allá?. Y yo: no, bueno, un poco, un poco sí, un poco no... Luego bocabajo. Jeje, era una camilla de esas con un agujero para... para la cara, sí, para empotrar la cara y así quedar totalmente tumbado, muy cómoda, la verdad.
Y de repente, en plena sesión, mientras la señora dale que te dale a las manos en mi espalda y cachitas, su boca se abre y de ella salen las siguientes e inesperadas palabras: te voy a poner unas agujas de acupuntura. Dios mío, no estaba psicológicamente preparado!!!!, mi cuerpo iba a recibir múltiples pinchazos, me iba a convertir en una brocheta humana!!!.
Típico frotamiento de alcohol o algo parecido como en los análisis de sangre y me dice: ¿te ha dolido?. Y yo: ¿ya hay una clavada?. Y ella: Pues sí. Y ala, doce o catorce agujitas han poblado mi espalda y parte de mi pierna. Pero todo esto, claro, es cuestión de fe porque yo no he visto ni una con mi cabeza empotrada en ese gigante agujero de donut de la camilla.
Pero sí, ahí estaban las agujitas porque luego he visto una en el suelo que la masajista se ha encargado de disimular arrastrando su pie sobre ella. Y ala, más trote, más meneo, más masaje y la cosa se ha acabado... hasta la semana que viene, que la mujer de algo tiene que vivir, pero sí, iré a dos o tres sesiones más y a ver si se calma la cosa.
Me ha gustado esto del auto vudú, es purificante. Me ha dejado diez minutos con las agujas puestas y música relajante, y de repente ha empezado a sonar el arabesque nº1 de Claude Debussy. Para el que no lo recuerde decir que fue la pieza que, en versión de un tal Isao Tomita, sirvió hace años como sintonía del programa Planeta Imaginario una cosa catalana doblada al castellano de marionetas, sombras chinescas y cosas de esas. Y me ha retrotraído a la infancia, lo que ha servido para relajarme más. Después, otra melodía con truenos me ha llevado al pueblo de mi madre pero las típicas zapatillas blancas con agujeritos, típicas de enfermeras, me han despertado de mi relajo para despuntarme.
Lo dicho, un vudú a mi mismo conmigo mismo como muñeco para evitar los males, mola.
Besotes mil
Pues ala, ahí, tumbado en la camilla ha empezado la cosa. Masajitos por aquí, masajitos por allá, ¿te duele aquí? ¿te duele allá?. Y yo: no, bueno, un poco, un poco sí, un poco no... Luego bocabajo. Jeje, era una camilla de esas con un agujero para... para la cara, sí, para empotrar la cara y así quedar totalmente tumbado, muy cómoda, la verdad.
Y de repente, en plena sesión, mientras la señora dale que te dale a las manos en mi espalda y cachitas, su boca se abre y de ella salen las siguientes e inesperadas palabras: te voy a poner unas agujas de acupuntura. Dios mío, no estaba psicológicamente preparado!!!!, mi cuerpo iba a recibir múltiples pinchazos, me iba a convertir en una brocheta humana!!!.
Típico frotamiento de alcohol o algo parecido como en los análisis de sangre y me dice: ¿te ha dolido?. Y yo: ¿ya hay una clavada?. Y ella: Pues sí. Y ala, doce o catorce agujitas han poblado mi espalda y parte de mi pierna. Pero todo esto, claro, es cuestión de fe porque yo no he visto ni una con mi cabeza empotrada en ese gigante agujero de donut de la camilla.
Pero sí, ahí estaban las agujitas porque luego he visto una en el suelo que la masajista se ha encargado de disimular arrastrando su pie sobre ella. Y ala, más trote, más meneo, más masaje y la cosa se ha acabado... hasta la semana que viene, que la mujer de algo tiene que vivir, pero sí, iré a dos o tres sesiones más y a ver si se calma la cosa.
Me ha gustado esto del auto vudú, es purificante. Me ha dejado diez minutos con las agujas puestas y música relajante, y de repente ha empezado a sonar el arabesque nº1 de Claude Debussy. Para el que no lo recuerde decir que fue la pieza que, en versión de un tal Isao Tomita, sirvió hace años como sintonía del programa Planeta Imaginario una cosa catalana doblada al castellano de marionetas, sombras chinescas y cosas de esas. Y me ha retrotraído a la infancia, lo que ha servido para relajarme más. Después, otra melodía con truenos me ha llevado al pueblo de mi madre pero las típicas zapatillas blancas con agujeritos, típicas de enfermeras, me han despertado de mi relajo para despuntarme.
Lo dicho, un vudú a mi mismo conmigo mismo como muñeco para evitar los males, mola.
Besotes mil
6 comentarios
Maggie Wang Kenobi -
Joserra -
ace76 -
Joserra -
Maggie Wang Kenobi -
En fin, yo de "planeta imaginario" no macuellldo, snif snif
ace76 -
A ver si hay suerte con las agujas!