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¿Cosas que no queremos decir?

¿Cosas que no queremos decir?

En uno de los blogs amigos, en concreto, en uno de los comentarios aparece la habitual idea de que cuando explotamos decimos cosas que no queremos decir, o en su otra variante, cosas que no sentimos.

Si no las queremos decir, ¿por qué las decimos?¿las sentimos?¿no las sentimos?. Porque, si no las sentimos ¿por qué decimos eso y no otra cosa?. Es decir, si nos enfadamos, saltamos y decimos barbaridades no decimos: "Eres un puto astronauta de mierda, que solo te falta el traje", no, solemos decir cosas que, se supone, definen el modo en el que nosotros vemos a esa persona.

¿O quizá no? ¿nos inventamos esos reproches en ocasiones? ¿o quizá sí que lo sentimos pero reprimimos dichos comentarios en nuestro estado sereno para no entorpecer una relación que nos interesa y nos enriquece por muchos otros aspectos al margen de los negativos?¿o porque si no nos quedaríamos solos en cuatro días?, no sé, me parece interesante el debate.

Besotes mil

3 comentarios

esti -

Hay que ser muy ingenuo para no darse cuenta de que TODOS tenemos cosas buenas y cosas malas.
Cuando uno mantiene una relación con alguien, es porque sus virtudes compensan sus defectos. Pero los defectos siguen estando ahí. Y cuando nos cabreamos, es cuando salen a la luz.
Lo que habría que decir al hacer las paces no es "no creo que seas un gorrón, lo he dicho sin pensar"; sino :"pues sí, eres un gorrón, tío, siento habértelo dicho así. Pero es que además eres superdivertido, tienes una conversación superinteligente y siempre estás ahí cuando te necesito".

dee -

Muchas veces yo creo que uno no se para a pensar si siente o no lo que dice. De hecho no se para a pensar nada, porque lo único que pretende es hacer daño. "Tú me has hecho daño, así que yo también te lo voy a hacer". Y luego ya uno se pone a pensar lo que ha dicho, y muchas veces descubre que tiene un nuevo problema que podía haber evitado.

ace76 -

No creo que sea lo mismo "cosas que no queremos decir" que "cosas que no sentimos".

La clave está en que, cuando estallamos, las ideas salen crudas, sin la necesaria matización. Son como bombas que estallan y arrasan con todo.