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El misterio de los árboles

El misterio de los árboles

El hombre caminaba taciturno entre la arboleda. Yo iba detrás de él, a unos metros, observando sus pasos, su forma de caminar, su misteriosa inquietud traducida en la velocidad de su marcha. El hombre alargó la mano y tocó la corteza de uno de los árboles, sin detenerse, y dibujó en él algo parecido a una cruz. Sentí una sensación de inquietud, de curiosidad por saber qué significaba aquel ritual.

Siguió caminando. Yo también, detrás de él. Una mochila a su espalda era su único equipaje en su caminar. Se adivinaba ligera, cargada con pocas cosas, no por ligeras seguramente importantes. Un pie, otro pie, un pie, otro pie... tenía que llegar, quería llegar... Y de nuevo, el ritual. Tras rascarse ligeramente la cara alargó de nuevo la mano y volvíó a acariciar el árbol, a dibujar esa extraña letra, ese críptico símbolo que yo creí interpretar como una cruz.

Y de repente, iluminado, lo entendí todo: el hombre era... ¡un pegador de mocos!

Besotes mil

3 comentarios

ace76 -

¿Iba pegando mocos a los árboles? :-O

Madrid está lleno de locos.

Joserra -

Sí, lo sé, es una tontería pero me apetecía escribirlo en plan misterio con final chorra. Ayer me dirigía a mi adorado centro comercial Plaza Norte y delante iba un tipejo con cara de loco haciendo lo descrito en el texto.
Soy un chorrón

ace76 -

¿Y la moraleja de la historia es...? ;-)